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martes, 13 de agosto de 2013

She.

Abrir los ojos y descubrir que algo ha cambiado. Despertarte una mañana y darte cuenta de que tu vida ya no va a ser la misma. Acercarte al espejo como cada día y observar que si, te han salido tetas. Efectivamente, unas nuevas protuberancias se instalan en tu pecho y te preguntas que talla de sujetador usarás. Pero eso no es lo único que ha cambiado, notas que falta algo, te sientes vacío y echas de menos alguna cosa, aunque no sabes qué exactamente. Y de pronto la evidencia salta ante ti y te hace caer de espaldas contra la cama, deslizas tu mano hasta la entrepierna y…efectivamente, ahí no hay nada. Lo que antes colgaba y te hacía presumir ante tus amigos ahora se ha retraído misteriosamente y te hace sentir extraño, porque lo de los pechos está bien, pero esto ya…

 ¿Y ahora qué? Te preguntas. Te levantas a duras penas de la cama y vuelves al espejo. La verdad es que estás cañón: el pelo negro canoso que empezaba a escasear se ha transformado en una melena roja que se desborda en bucles mareantes por tus nuevos hombros más delgados y definidos. Los rasgos faciales se han redondeado, los pómulos se han hinchado y han adquirido un característico rubor e incluso te ha salido un pequeño lunar encima de los labios, que ahora son más carnosos. Los ojos siguen siendo marrones, algo al menos queda de tu masculino pasado. 
Te pones a pensar en lo que vas a hacer a continuación y asombrosamente tu mente empieza a llevarte de un tema a otro relacionándolos todos de la manera más incomprensible e inconexa. Se muestra ante ti la lista de la compra que hiciste el día anterior y te das cuenta de que está incompleta, el armario donde guardas tus inútiles camisas aparece también y decides que hay que reorganizarlo entero, incluso te da tiempo a pensar en que deberías reformar el baño. Obligas a tu mente a detenerse y te das cuenta de que no solo has cambiado físicamente, tu forma de pensar también ha sufrido una metamorfosis.

Sin saber todavía que hacer te quitas el pijama de horribles cuadros azules que le sienta espantosamente mal a tu nuevo cuerpo y te vistes con unos vaqueros que se te van cayendo a cada paso y con una camisa rosa, por ir entrando en las costumbres femeninas. Sales a la calle y te sorprende que, aunque todo sigue igual, tú lo ves de forma distinta. El día anterior no te hubieras fijado en absoluto en esa caca de perro que está enfrente de ti, pero hoy te parece la cosa más repugnante que has visto nunca y te alejas tapándote la nariz casi a punto de vomitar. Descubres a lo lejos a la señora Douvoir, la vecina de arriba que nunca te caía bien por motivos que desconocías, hasta hoy que se presentan todos de golpe y descubres que es una hipócrita, una mujer amargada que lo único que sabe hacer es cotillear sobre la vida de la gente y que encima usa un tinte de  pelo que no le favorece en absoluto, será perra… Pasa a tú lado y la saludas, ella te mira extrañada y sigue su camino sin detenerse siquiera.
Sigues sin saber que hacer, así que continuas andando torpemente con tus deportivas de la talla cuarenta y tres que lo único que consiguen es hacerte tropezar. Entonces lo ves claro, necesitas comprar algo y rápido. Te encaminas hacía la zapatería de la esquina y cuando entras vas, casi sin darte cuenta, a la sección de calzado de señora donde te encuentras más a gusto que en el propio Valhalla. Los nombres de los diseñadores entran en ti y los reconoces absolutamente a todos: Jean Paul Gaultier, Manolo Blahnik, Yves Saint Laurent… a partir de ahora se convierten en tus mejores amigos.
Eliges unos tacones rojos y los pones en la caja para pagar, sacas la tarjeta de crédito y se la das al dependiente, luego le muestras el DNI y esperas. El empleado te mira, después baja la vista de nuevo al DNI, otra vez te mira, otra vez al DNI, a ti, al DNI… y caes en la cuenta de que quizá no salgas lo suficientemente favorecedora en la foto de carné o tal vez el bigote que lucías antes es lo que desconcierta tanto al dependiente. Guardas el DNI casi indignada y fijas la mirada en los ojos del hombre, una mirada que podría matar por si sola. Al empleado no le pasa desapercibida la amenaza e introduce la tarjeta en el datáfono, tecleas el número secreto y te marchas casi sin oír el “vuelva pronto” que el aturdido vendedor dice a tu espalda. A pesar de todo estás feliz por tu nueva adquisición.

Vuelves a casa y te entran unas ganas imparables de comer chocolate. Vas a la nevera y no hay, empiezas a sudar, necesitas cacao, tu paladar te lo está pidiendo a gritos. Bajas de nuevo y entras en el supermercado casi histérica, buscas en las estanterías y no lo encuentras, preguntas al dependiente y cuándo te dice que se les ha agotado sientes un deseo irrefrenable de estamparle contra la pared por su ultraje, aún así no lo haces y le sonríes. Te marchas con las lágrimas a punto de desbordarse, subes las escaleras cochambrosas de tu piso pensando en lo cruel que es la vida y entras en casa sin ganas de vivir. Te echas sobre la cama, no sin antes sacudir las sábanas, y lloras. Y así es como a la mañana siguiente te despiertas con el mismo cuerpo pero con una diferencia, sientes un dolor en el estómago casi inhumano. Apelas a todos los santos que conoces pero el dolor no remite. Te levantas de la cama aturdida, sintiendo que explotas por dentro. Te acuerdas del empleado del supermercado del día anterior, de su hermana, de su madre y de toda su familia también y le odias, le odias porque realmente necesitabas ese chocolate. Sientes náuseas y ganas de matar a alguien, menos mal que siempre has vivido solo. Vas al cuarto de baño sintiendo que algo se ha roto en tu interior, lo notas bajando por la entrepierna. Los recién estrenados ovarios te duelen de una manera difícil de soportar y es entonces cuando ves la sangre. ¿Así qué esto es lo que llaman “el periodo”? ¿Esto lo que vas a tener que soportar cada veintiocho días? Que cruel y horrible es la vida. Pero mira el lado bueno, por lo menos no estás embarazada. 

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1 comentario:

  1. Jajajaja, Dios mío, con que así es como pensaría un hombre si tuviera que lidiar con eso xD Me encantó, muy original.
    -Pao

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