Mi
roja sangre mancha tus manos al igual que la arena del reloj se escapa por una
grieta. Noto como tú me llamas ¿pero sabes qué? Mi tiempo se agota, me marcho y
no hay vuelta atrás. Estoy cansada de luchar en un mundo que solo admite
soldados y no a personas… Deja de llamarme y tú, tú que puedes mantente en pie,
por mi parte estás perdonado.
A
pesar de la poca sensibilidad que me queda y de mi mente abotargada me doy
cuenta de que me encuentro en tu regazo, y al entreabrir los ojos lo primero
que veo son las nubes blancas que apenas dos días atrás tu y yo contemplábamos
juntos tumbados en el césped, ¿recuerdas las risas? ¿La felicidad? ¿La alegría
de poder olvidar todo lo que nos rodea? El tiempo pasa muy rápido ¿verdad? Un
día eres joven y al siguiente viejo, un día eres feliz y al siguiente
desdichado, un día estás vivo y al siguiente mueres.
Todos
mis sueños y esperanzas se pierden como lo haría el humo de un cigarro entre
bruma espesa, y sin embargo, por una vez, tengo tiempo para pensar, vagos
recuerdos acuden a mi mente y se transforman en un entramado de sensaciones y
vivencias que me cuesta asimilar, lo medito y pienso “¿Yo he vivido todo esto?”
se donde he caído y me he levantado, donde he fallado y he acertado, donde me
hice daño y donde se lo hice a los demás, donde tuve perdón y donde no lo
merecía.
El
viento parece querer mecerme y remueve mis cabellos a su compás, los cuales
como si fueran largos tentáculos de un pulpo parecen querer aferrarse a
cualquier cosa, como si eso fuera a mantener mi vida, como si fueran a atarme y
a condenarme a vivir por siempre. La daga que ocupaba mi pecho ya no está, no
sube y baja con mi entrecortada y dificultosa respiración, contando cuanto
tiempo me queda, cuanto más me está permitido vivir, sin embargo sigo con mi
vista, que ya empieza a ponerse borrosa, el fino reguero de sangre que el arma
ha dejado y la encuentro en el suelo, a mi lado, con unos preciosos adornos en
rojo, plata y un símbolo en el mango. Había llegado tan
rápida y tan certera que no me dio tiempo a apartarme, retroceder, esquivarla…
quién diría que mis aliados serían mis asesinos y tú, mi enemigo, la única
persona que intentaría salvarme, se ve que desde un principio elegí mal el
bando a pesar de que no hacías más que decirme una y otra vez que me
equivocaba, que viera el mundo con mis propios ojos y no con los que me habían
impuesto, solo tú pensaste que detrás de la piel de un cazador se puede
esconder una presa.
Vuelvo
a notar tus manos intentando taponar la herida, el fantasma de una sonrisa se
posa en mis labios y solo consigo moverlos para articular un “déjalo, ya no
tiene caso” Elevo momentáneamente la vista para toparme con tus oscuros ojos,
unos ojos por los cuales empecé a amar las estrellas ¡y es que eran tan parecidas
al brillo de tu mirada…!
Suspiro
y me maldigo a mi misma, eres tú, tú y solo tú la causa de que yo esté así y ni
si quiera te culpo, ni si quiera quiero culparte.
“Espero
que nos veamos al otro lado” fue todo lo que pensé antes de que mi mano cayera
y dejara de acariciar tu mejilla suavemente, sabía que era mi hora, el frío que
se había estado adueñando de mi cuerpo había terminado su trabajo y mi corazón,
que siempre pensé que latiría para ti, se para, aunque por un lado me parece
razonable, una especie de justicia poética ¿sabes a lo que me refiero? Si por
ti empezó a palpitar, por tu misma mano parará de hacerlo.
Ahora
es la nada lo que me rodea, tu presencia ha desaparecido y estoy sola ¿esto es
el cielo? ¿O el Paraíso es solo un mito creado por los hombres para no perder
la esperanza? No lo sé, pero una extraña sensación se apodera de mi ¿Acaso tú
me sigues llamando? No, no es eso, es un presentimiento o más bien una terrible
certeza, la abrumadora verdad de que tú y yo no nos volveríamos a ver. Quise
gritar, no pude, quise observar mis manos, tampoco pude, quise moverme,
imposible… Y es en ese momento en el que mis recuerdos me golpean, no sé donde
estoy, pero ya si sé porqué, esta es mi condena, revivir mi vida una y otra y
otra vez…
0 comentarios:
Publicar un comentario