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miércoles, 12 de diciembre de 2012

No es como si el tiempo que hemos pasado juntos fuera a desaparecer cuando ya no estemos.


Mi roja sangre mancha tus manos al igual que la arena del reloj se escapa por una grieta. Noto como tú me llamas ¿pero sabes qué? Mi tiempo se agota, me marcho y no hay vuelta atrás. Estoy cansada de luchar en un mundo que solo admite soldados y no a personas… Deja de llamarme y tú, tú que puedes mantente en pie, por mi parte estás perdonado.
A pesar de la poca sensibilidad que me queda y de mi mente abotargada me doy cuenta de que me encuentro en tu regazo, y al entreabrir los ojos lo primero que veo son las nubes blancas que apenas dos días atrás tu y yo contemplábamos juntos tumbados en el césped, ¿recuerdas las risas? ¿La felicidad? ¿La alegría de poder olvidar todo lo que nos rodea? El tiempo pasa muy rápido ¿verdad? Un día eres joven y al siguiente viejo, un día eres feliz y al siguiente desdichado, un día estás vivo y al siguiente mueres.

Todos mis sueños y esperanzas se pierden como lo haría el humo de un cigarro entre bruma espesa, y sin embargo, por una vez, tengo tiempo para pensar, vagos recuerdos acuden a mi mente y se transforman en un entramado de sensaciones y vivencias que me cuesta asimilar, lo medito y pienso “¿Yo he vivido todo esto?” se donde he caído y me he levantado, donde he fallado y he acertado, donde me hice daño y donde se lo hice a los demás, donde tuve perdón y donde no lo merecía.

El viento parece querer mecerme y remueve mis cabellos a su compás, los cuales como si fueran largos tentáculos de un pulpo parecen querer aferrarse a cualquier cosa, como si eso fuera a mantener mi vida, como si fueran a atarme y a condenarme a vivir por siempre. La daga que ocupaba mi pecho ya no está, no sube y baja con mi entrecortada y dificultosa respiración, contando cuanto tiempo me queda, cuanto más me está permitido vivir, sin embargo sigo con mi vista, que ya empieza a ponerse borrosa, el fino reguero de sangre que el arma ha dejado y la encuentro en el suelo, a mi lado, con unos preciosos adornos en rojo, plata y un símbolo en el mango. Había llegado tan rápida y tan certera que no me dio tiempo a apartarme, retroceder, esquivarla… quién diría que mis aliados serían mis asesinos y tú, mi enemigo, la única persona que intentaría salvarme, se ve que desde un principio elegí mal el bando a pesar de que no hacías más que decirme una y otra vez que me equivocaba, que viera el mundo con mis propios ojos y no con los que me habían impuesto, solo tú pensaste que detrás de la piel de un cazador se puede esconder una presa.

Vuelvo a notar tus manos intentando taponar la herida, el fantasma de una sonrisa se posa en mis labios y solo consigo moverlos para articular un “déjalo, ya no tiene caso” Elevo momentáneamente la vista para toparme con tus oscuros ojos, unos ojos por los cuales empecé a amar las estrellas ¡y es que eran tan parecidas al brillo de tu mirada…!
Suspiro y me maldigo a mi misma, eres tú, tú y solo tú la causa de que yo esté así y ni si quiera te culpo, ni si quiera quiero culparte.

“Espero que nos veamos al otro lado” fue todo lo que pensé antes de que mi mano cayera y dejara de acariciar tu mejilla suavemente, sabía que era mi hora, el frío que se había estado adueñando de mi cuerpo había terminado su trabajo y mi corazón, que siempre pensé que latiría para ti, se para, aunque por un lado me parece razonable, una especie de justicia poética ¿sabes a lo que me refiero? Si por ti empezó a palpitar, por tu misma mano parará de hacerlo.

Ahora es la nada lo que me rodea, tu presencia ha desaparecido y estoy sola ¿esto es el cielo? ¿O el Paraíso es solo un mito creado por los hombres para no perder la esperanza? No lo sé, pero una extraña sensación se apodera de mi ¿Acaso tú me sigues llamando? No, no es eso, es un presentimiento o más bien una terrible certeza, la abrumadora verdad de que tú y yo no nos volveríamos a ver. Quise gritar, no pude, quise observar mis manos, tampoco pude, quise moverme, imposible… Y es en ese momento en el que mis recuerdos me golpean, no sé donde estoy, pero ya si sé porqué, esta es mi condena, revivir mi vida una y otra y otra vez…

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